Esa fuerza interior que nos impulsa a actuar y a perseverar es la motivación. Según Juan A. Pérez López, cada persona tiene una percepción de sus necesidades y busca satisfacerlas. En ese sentido, en situaciones normales, buscamos cubrir necesidades.
Por Juan Quinde. 09 mayo, 2022. Publicado en Correo, el 7 de mayo de 2022.Estas pueden ser materiales: como el dinero, un auto o un trofeo; intelectuales como el conocimiento o sentirse empoderado; además pueden ser necesidades afectivas como la gratitud, el respeto o el apoyo de un amigo que logra que mejoremos como personas.
No hay que confundir motivación con activación. Esta última, en general, se define como la puesta en funcionamiento de un mecanismo; es decir, logra avivar algo que está en descanso.
Un buen ejemplo de activación es la arenga; ese discurso en tono solemne y elevado que se pronuncia para levantar los ánimos de una persona o de un equipo y que nos recuerda por qué es importante seguir luchando.
Por otra parte, la autoconfianza es la firmeza de creer que somos capaces de afrontar situaciones difíciles. Según el modelo de Bandura, existen seis fuentes de autoconfianza. La primera es recordar nuestros logros pasados, aquellas experiencias donde logramos triunfar; segundo, el ejemplo de otros; tercero, recordar las frases positivas que nos han dicho las personas que respetamos; cuarto, la visualización, es decir, imaginarnos que estamos afrontando esa situación compleja; quinto, cuidar nuestro cuerpo, sentirnos saludables; y sexto, cuidar nuestro estado emocional. Es importante mencionar que un exceso de autoconfianza puede ser perjudicial.
Para finalizar, es recomendable despertar la motivación, utilizar la activación de forma adecuada y buscar autoconfianza no solo en nosotros. Es muy importante pensar también en los niños, en especial, en nuestros hijos.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.